Me llamo Pétalo. Es todo lo que sé.
Dice que es todo lo que necesito saber.
No sé quién soy ni por qué estoy aquí.
Todo lo que sé es que soy suya.
Su prisionera, su juguete, su obra de arte, un lienzo vacío. Cuerpo y mente.
Con cada azote, cada caricia, cada palabra pronunciada en la oscuridad, me pinta tal y como quiere, dejándome siempre con ganas de más.
El dolor se une al placer con besos ardientes mientras me moldea para convertirme en la persona que dice que debo ser.
Pero, ¿quién es esa persona? ¿Y quién era yo antes de él?
Cada caricia de su mano me acerca a la verdad.
Pero cuando por fin se levanta el velo del misterio, solo surgen más preguntas y más oscuros secretos entre nosotros.
Alguien quiere que disfrute de este retorcido calvario.
Se supone que debo tener fe en él. Que me sienta segura.
Para crecer.
Florecer.
Pero, ¿cómo puedo confiar en esta voz del pasado?
¿Cómo puedo confiar en él cuando niega respuestas a todas mis preguntas?
¿Por qué me hace daño así?
¿Y por qué se siente tan increíblemente bien cuando lo hace?
Soy adicta a su tacto, y me asusta el siniestro misterio que hay entre nosotros.
Nada cambiará si no me aferro a la pizca de poder que está dispuesto a ceder.
Se me ha concedido una ventaja, y será mejor que la aproveche.
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