Las manadas son dolor y los vínculos son putos grilletes.
Con el gobierno entregando hembras omega a las manadas alfa como si fuéramos cheques de la seguridad social, me aferro a mi libertad gracias a un enganche supresor del mercado negro y a una familia letal que está dispuesta a ejecutar a cualquier alfa que intente forzar un vínculo.
De día, trabajo en la ferretería familiar. De noche, rescato a omegas que no nacieron con las herramientas para luchar contra el sistema como yo.
Mi vida es un riesgo, pero nunca la cambiaría por nada.
Ni siquiera por los tres hombres peligrosamente guapos que vienen a husmear por la tienda en busca de la omega que acabo de arrebatar de su prisión abusiva.
Ni siquiera cuando esos hombres huelen como si fueran míos.
Pero mi enganche supresor acaba de caer, y estoy en la vía rápida a una explosión de feromonas que me llevará a la cárcel, seguida de la vinculación forzada.
O podría darle a mi cuerpo lo que tan desesperadamente desea y caer en los cómodos brazos de Austin, Seth y Cameron.
¿Pero fuera de los cuentos de hadas? No existe tal cosa como una omega felizmente unida.
Soy Dylan St. James, y no soy una princesa.
Mi secreto ha salido a la luz.
Al menos para los tres hombres a los que más importa.
La manada Bryce: Austin, Seth y Cameron.
Dicen que soy suya. Mi cuerpo está de acuerdo, pero me niego a dejar que mi biología omega dicte mi vida. Tan pronto como pueda conseguir esos supresores, el compañero omega de la manada Bryce desaparecerá, y Dylan el beta volverá a su programación habitual.
Después de todo, tenemos una conspiración que desmantelar y unas chicas desaparecidas que encontrar.
Pero los chicos se niegan a abandonarme mientras se abren paso lenta pero inexorablemente en mi vida. Hacen que sea casi imposible no enamorarse de ellos un poco más cada día.
¿Cuál es el problema? Estos chicos necesitan entender una cosa.
Soy Dylan St. James, y no pertenezco a nadie más que a mí.
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