Joder, es bueno ser rey...
Bane Rivera: mi nombre es bien conocido y temido en el sórdido vientre de Los Ángeles.
Solo hay una regla por la que vivo, solo una regla que importa: nunca dejes que el coño se interponga en el camino de los negocios.
Alguna vez.
Entonces sucedió: Wren Montana.
Ella irrumpió en mi oficina, en mi vida, como un hermoso reguero de pólvora, exigiendo algo de mí que nunca podría darle: un jodido pase por el error de su hermano.
Desde el momento en que la vi, supe que tenía que tenerla. Sentir su espíritu romperse bajo mi aplastante agarre mientras me entregaba su alma. Hasta que dependiera de mí como un drogadicto para su próxima dosis.
Pero ella no era como las otras mujeres que me había follado y descartado. No, mi Wren, mi pajarito, ella era fuerte. Cada vez que me decía que no, cada vez que se alejaba, solo avivaba las llamas de mi necesidad, consumiéndome...
Haciéndome olvidar mi primera y única regla.
No sabía quién era cuando me salvó la vida.
No sabía nada más que él mató al hombre que había estado intentando matarme. Ahora estoy enredada en un caso de narcóticos que me llevó directamente a él.
Mi Salvador.
Mi héroe.
Mi salvaje.
Es despiadado en su persecución, pero hace mucho tiempo aprendí que mi trabajo era detener a los criminales, no darles la bienvenida a mi cama.
Forzada a una situación en la que juré que nunca volvería a encontrarme, Tony “Dagger” Harrison me tiene, y estoy profundamente metida.
Demasiado profundo...
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