Norte, Sur y una estrella. Una guerra silenciosa de seis años hace estragos en Chicago. La muerte se pospone por una deuda de gratitud. La envidia fomenta lo impensable. El odio destruye vidas. El amor complica las relaciones. Dos enemigos desean lo mismo: tomar lo que el otro aprecia. Y en medio de todo el caos Layla, la perfecta moneda de cambio para que ambos bandos la manipulen. Dividida entre dos capos, cegada por sus propias necesidades insatisfechas, ignora los riesgos y toma decisiones irrevocables que la ponen en peligro. Cuando el enemigo se convierte en aliado, y un aliado en enemigo, la lealtad de Layla empieza a perder la batalla con la razón. Sus sentimientos contradictorios hacia su padre y el recién encontrado cariño hacia su mayor rival complican aún más las cosas. Layla encuentra el amor donde no debería estar. Seguridad donde solo hay peligro, y felicidad en los lugares más oscuros, pero en el mundo de la mafia las reglas no se aplican. La traición flota en el aire y Layla tiene que descifrar los estragos de su pasado y su presente para encontrar la manera de seguir viva.
Norte y Sur, y ninguna Estrella. Chicago cae en manos de Dante, el sueño de seis años se hace realidad. Pero no significa nada sin Layla a su lado. La guerra ha terminado... La paz no ha llegado. Atormentado por los últimos acontecimientos, Dante lucha por elegir un camino. La traición le ha calado hondo, pero por mucho que se esfuerce, el odio sigue perdiendo la batalla con el amor; la mente no puede competir con el corazón. Atrapada en el limbo, alimentada por el miedo y los recuerdos de lo que perdió, Layla se esconde de la ira que sabe que se avecina. Pero el arrepentimiento es lo último que tiene en mente. Si pudiera, lo haría todo de nuevo. La esperanza es lo único que le queda. La esperanza de que Dante la perdone, o al menos la deje en paz. Pero la esperanza es la madre de los tontos. Los fantasmas del Pasado vuelven a perseguirlos. La realidad verifica sus sueños cuando surge una nueva amenaza. Una carrera contra el tiempo, la muerte y tres millones de dólares. Solo hay una regla: no hay reglas.
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