No te equivoques. Sé lo que parezco a los demás. Joven, ayudada por el gobierno, madre embarazada. Ven a Lucy en mi cadera, y ven un error. Quiero decir, ¿por qué si no alguien tendría un hijo tan joven, no? No podrían estar más equivocados. Estoy demasiado ocupada la mayoría de los días entre la crianza de los niños, el trabajo y la finalización de mi último año en la escuela de enfermería como para dejar que su mirada juzgadora me deprima hasta que se muda a la casa vacía junto a los apartamentos en los que vivo.
Su observación fría y contundente de nosotros no difiere de la de cualquier otro extraño. No me conoce, pero ya se está haciendo una idea de quién cree que soy. Juzga mi vientre muy redondo, la incapacidad de Lucy para dejarlo en paz, las bolsas bajo mis ojos y el hecho de que ya no me importa nada mi aspecto.
Es un tipo grosero. También se mantiene así durante meses. Entonces sucede algo, no estoy segura de qué. El tipo prejuicioso decide que Lucy y yo, así como el bebé Eli, merecemos su amistad.
Resulta que el tipo que juzga no es tan malo, bueno, como que todavía lo es. Pero me gradúo también con Elijah. Construyo una improbable amistad con él que solo hace que empiece a sonreír cerca de mí y de mis hijos.
Me he vuelto a equivocar. Elijah no es grosero. Es aterrador. Sus extraños actos de amabilidad me están desquiciando. Elijah es sólo mi amigo.
¿Verdad?
Oh, dulce de azúcar. Creo que estoy equivocada.
Otra vez.
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