Nadie sabe realmente quienes son. Sólo que son la primera civilización. Aeons, se llaman a sí mismos. Son inmortales. Poderosos. Reservados.
Y vendrán por ella.
La bruja Wynter Dellavale lo sabe con certeza. Porque al intentar ejecutarla injustamente, comenzaron una cadena de eventos que están luchando por detener.
Necesitando seguridad, huye a Devil Cradle, el hogar de los monstruos. Un lugar para los marginados, los fugitivos, los locos. Un lugar gobernado por los Antiguos, siete seres que una vez fueron desterrados por los Aeons. Entre los Antiguos se encuentra el infame Cain, hermano de Abel y encarnación de los celos, quien, por otra parte, la quiere en su cama.
Hay un alto precio por la seguridad que ofrecen los Antiguos, pero Wynter tendrá que pagarlo. No puede enfrentarse a los Aeons sola. Y ella no tiene ninguna intención de morir; ha estado allí, ha hecho eso.
No es que sea la presa fácil que esperan los Aeons. No tienen conocimiento de lo... que vive dentro de ella. Verás, cuando las brujas regresan del más allá, no siempre regresan iguales.
Y no siempre regresan solas.
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