Belle sabía exactamente lo que quería para Navidad. O más bien sabía exactamente lo que quería regalar.
Su pureza. Al hombre que amaba. A su marido.
Después de promesas rotas, heridas y demasiado vino, Belle confiesa todo. Las verdades salen a la luz.
Aunque no a su marido.
Sino a su suegro.
Las líneas comienzan a desdibujarse y Belle se pregunta si su matrimonio es todo lo que creía.
Klaus la mira como si no tuviera problemas en arrebatársela delante de las narices de su hijo. Sólo hay un camino que tomar, aunque esté prohibido.
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