Sawyer Jonathan Aston tiene una extremada... ejem. Hablamos de veinte centímetros de perfección circuncidada. De dos decímetros de suculenta carne de hombre. Una verdadera cornucopia de delicias carnales.
Y esta noche, eso... ejem... va a hacer que mi boca se sienta como un vagón de metro de Tokio en hora punta. Hablamos de una multitud. Abarrotado. Absolutamente lleno. Y si tengo suerte, unas cuantas paradas más tarde nos bajaremos los dos a la vez y nos dirigiremos juntos a casa para ver en qué lío nos metemos cuando la cama sea nuestro destino final.
Pero ya sabes lo que dicen de los mejores planes...
Menos mal que soy ingenioso, porque pase lo que pase, no voy a parar hasta hacer mío a Sawyer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario