Tú no me ves, pero yo sí te veo.
Siempre te veo.
Siempre estoy ahí sin importar lo que hagas.
No importa si eres una madre encantadora durante el día o una maldita puta por la noche.
Te veo mientras le lees a tu hijo o cuando rodeas un tubo con tus piernas.
Te veo frotando tu pequeño cuerpo contra otros hombres y atendiendo a los clientes con tu casto uniforme.
Sé quién eres y quién te gustaría ser.
Sé lo que necesitas y lo tendrás.
Pronto...
Entonces serás mía.
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No me ves, pero sospechas que estoy ahí.
Siempre estoy ahí sin importar lo que hagas.
Como siempre.
Y no importa si eres la madre cariñosa o mi pequeña puta.
Te protejo cuando crees que no hay nadie para ti; te escucho cuando crees que nadie te escucha, y te veo cuando nada te gustaría más que ser invisible. Te siento cuando frotas tu pequeño y caliente cuerpo contra mí y cuando juegas a ser mi asistente con ese ajustado disfraz.
Sé lo que pasa por tu cabeza, quién eres y quién te gustaría ser.
Sé lo que necesitas y te lo he dado.
Ahora eres mía.
Y eso nunca cambiará.
Porque el juego acaba de empezar.
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