¿Has escuchado hablar alguna vez de un hombre en espera?
Sí, tampoco la futura suegra monstruosa de mi mejor amiga. Perdón, quise decir suegra. Tampoco ha escuchado hablar del término "lo que la novia quiere, la novia lo consigue".
Con los preparativos de la boda en marcha y un calendario muy apretado, mi mejor amiga, Lia, me ha reclutado para que la ayude a luchar contra la bestia arisca que es la señora Beaver.
Sin ningún miedo, acepto el reto como su hombre de honor y me pongo manos a la obra.
El único problema es que, cada segundo que pasa hasta la boda, empiezo a ver a mi mejor amiga de otra manera.
Siempre me ha parecido hermosa, pero ahora...
Me encuentro mirándola demasiado tiempo.
Mi mano se demora un minuto más.
¿Y cuando está enfadada?
Le permito dormir en mi cama.
Y antes de darme cuenta de lo que está pasando, me golpea como una tonelada de ladrillos. Estoy enamorado de mi mejor amiga. No sólo enamorado, sino encaprichado.
Nadie puede compararse a ella y nada parece distraerme de esa realidad.
Ni la chica con la que intento salir mientras ayudo a organizar la boda de Lia.
Ni su prometido enfadado, que cree que me estoy acercando demasiado.
Y no el plazo inminente de sus nupcias.
Lo que significa que sólo me queda una cosa por hacer. Demostrarle a Lia que soy con quien debería estar. Pero con la presión de su compromiso, el estrés de su futura suegra y los nervios que me cortan la respiración, me está resultando mucho más difícil de lo que me gustaría admitir reclamar a la chica.
Reza una pequeña oración por mí…
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