Soy como un animal feroz. Una bestia salvaje en celo. Y ella es mi presa.
Una semana fuera de prisión, y mi mente sigue encerrada.
Mi corazón, mi alma... murieron allí.
Cuando un sicario de la mafia viene por mí, acabo con él con mis propias manos.
Pero la bella florista es testigo de mi crimen.
No me avergüenzo de atarla y hacerla mi prisionera.
Hasta que ella me besa. Me ofrece su dulce cuerpo y me hace desear más.
Y entonces se acabaron las apuestas.
Ella viene conmigo.
No puedo dejarla ir.
Mi alma puede ser insalvable, viviendo para siempre en un antro de pecado.
Pero el resto de mí sabe lo que quiere. Y la quiero a ella.
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