martes, 29 de octubre de 2024

Bilogía Love Letters - S. J. Tilly



Hannah

Maddox Lovelace. El cautivador jugador de fútbol que conocí en la universidad.
Al que solo conocí durante una semana. Una semana que fue... un cambio de vida.
Hasta que sonó mi teléfono y no tuve más remedio que volver a casa.
Le dejé una carta, poniendo mis sentimientos por escrito, dándole mi número, esperando que llamara.
PERO ÉL NO LLAMÓ.
NUNCA LLAMÓ.
Lo reclutaron para la liga profesional y vivió como un rey mientras yo me quedaba en casa y luchaba por mantenerme a flote.
Puede que haya seguido su carrera, pero ahora que se ha retirado del fútbol, me he obligado a dejar de pensar en él.
Y está bien que no vuelva a verlo nunca más. Esa semana en la universidad fue hace quince años.
Ya no estoy enamorada de Maddox.
Puede que incluso lo odie.
Maddox
Hannah Utley. El nombre que me persigue desde mi último año de universidad.
La chica que me llamó la atención con sus ojos grandes y su nariz pecosa.
La que se pasó una semana retorciéndome las entrañas hasta que robó un pedazo de mi corazón la noche que nos quedamos encerrados en la biblioteca del campus.
La chica que desapareció sin decir palabra.
Es el nombre de la chica que llevo quince años intentando olvidar.
Y es el nombre que me mira desde el currículum que tengo en la mano.
Porque Hannah Utley trabaja para la empresa que acabo de comprar.
Y eso la hace mía, le guste o no.




Rosie.
Tenía ocho años cuando Nathan se mudó.
Era mi mejor amigo.
Mi único amigo.
Mi lugar seguro.
Y entonces se fue. Y mi vida se convirtió en un infierno.
Pero sobreviví.
Me liberé y me hice una vida.
Y traté de olvidar al niño que creció para ser Nate Waller, el famoso jugador de fútbol retirado.
Realmente traté de olvidar.
Pero luego abrí la puerta, mientras trabajaba en la casa de un cliente, y él estaba ahí. De pie frente a mí.
Mi viejo amigo.
Mi confidente involuntario.
Mi Nathan.
Excepto que... él no me reconoce.
Nate.
La pequeña pelirroja con curvas captó mi atención en cuanto la vi.
Y supe que necesitaba tenerla.
Necesitaba conocerla mejor.
Necesitaba ponerle las manos encima.
Pero cuando lo hice, cuando gimió mi nombre. Mi nombre completo. Todo volvió de golpe.
Habían pasado veinticinco años, pero en ese momento finalmente la reconocí.
Mi Rosie.
Mi amiga de la infancia.
Puede que me haya olvidado de ella. Pero ahora la recuerdo.
Y esta vez no la dejaré ir.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario