Érase una vez...
Veíamos a Lucía en secreto. Obsesivamente.
Hicimos daño a extraños por ella. La protegíamos. Y la amábamos mientras ella permanecía completamente ajena.
Hay definiciones para gente como nosotros: acosadores, enfermos, psicópatas.
En realidad, somos asesinos en entrenamiento, pero también encarnamos esas otras personalidades.
Creíamos que eso era el amor hasta que Lucía nos traicionó y dejó que su jodido hermano nos llevara al borde de la muerte.
Nunca olvidamos la degradación inhumana que sufrimos a manos del hermano de Lucía.
Todavía seguimos vigilándola y el día de su boda la tomamos mientras nos llueven bombas y disparos.
No somos los mismos chicos que ella conoció en el pasado, y lo que hayamos podido ser el uno para el otro, ya no importa.
Porque ahora sólo somos una cosa para ella:
Sus captores.
No sentimos culpa ni remordimiento.
No cuando poseemos cada centímetro de ella: cuerpo, corazón y alma.
Parte Dos.
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