¿Ves a ese tipo tan guapo de ahí? De pie detrás de su hermano en el altar, padrino de boda mientras yo soy la dama de honor. Zach McLaughlin. Fue mi primer amor. Caliente, atractivo, fuera de alcance.
Ahora está de vuelta en mi vida, los dos volviendo a conectarnos cuando mi mejor amiga se casa con su hermano. Hace años que no veo a Zach, ahora está a mi lado, irresistible con su esmoquin. Me mira con esos dulces ojos azules, y su boca se arquea un poco. Lo suficiente para mostrarme que me está notando, y se pregunta cómo vamos a superar esto.
Intentaré mantenerlo casual, pero sé en mi interior que ver a Zach después de todos estos años… va a cambiarlo todo.
Los hermanos McLaughlin son romances ligeros, divertidos, humorísticos, cortos y agradables. Conoce a los cuatro McLaughlin: Ryan, Zach, Ben y Austin, que harán cualquier cosa los unos por los otros, y a sus briosas heroínas: Calandra, Abby, Erin, y Brooke.
Ben McLaughlin es el informático de los hermanos McLaughlin, el encargado para entrenarme a mí, Erin, la nueva recepcionista, en el software de la empresa. Es difícil prestar atención a las pantallas y a las plantillas cuando Ben está a mi lado, despertando todo tipo de incendios. Lo invité a la actuación de mi compañía de ballet, para pagarle por haber chocado contra él mientras practicaba en la sala de descanso.
Donde choqué con él fue algo privado... e imagino que doloroso. Estaba segura de que me despediría en el acto, pero Ben nunca dice ni una palabra.
Ahora está entre el público, mirando, mientras yo intento bailar como si no me importara nada. Quiero conocerlo, hablar con él más allá de las cuestiones informáticas, saber cómo es detrás de su exterior silencioso.
Mi trabajo es temporal, y solo puedo soñar con que Ben me mire con sus preciosos ojos y me pida que me quede... para siempre.
Cuando Austin McLaughlin entra en mi concesionario de coches de lujo, quiero salir corriendo por la otra puerta. Pero puedo ser profesional, tratarlo como a cualquier otro cliente. ¿No es así?
Soy Brooke. Austin y yo solíamos salir, aunque ese es un término suave para lo que teníamos. Rompimos, porque… Bueno, ambos éramos arrogantes, supongo, y chocábamos una y otra vez.
Él no ha cambiado. Sigue siendo el hombre atractivo que se mueve con confianza. Ha venido a desafiarme, a recordarme lo que teníamos y a retarme a mantener el desapego.
Será duro, pero lo superaré sin reavivar las chispas que no han muerto del todo. Aceptaré el reto, como siempre lo he hecho. Cuando estábamos juntos, nuestra regla era nunca decir nunca…
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