Recuerdos y promesas rotas.
Dicen que algunas personas nunca llegan a conocer a su alma gemela.
Yo conocí a la mía cuando tenía cinco años.
Noah Kincaid era mi mejor amigo, mi persona, un hombro para llorar... hasta que dejó de serlo.
Hasta que rompió mi corazón en un millón de pedacitos con sólo unas palabras.
Pero ahora ha vuelto, diciendo todas las palabras correctas, haciendo todas las cosas correctas, pero era demasiado tarde.
Llegó demasiado tarde para nuestro —felices para siempre—, porque la vida tenía otros planes.
Las tragedias nunca formaron parte de mi plan, no estaban en mi lista de deseos. Siempre pensé que les ocurrían a otras personas, pero nunca a mí.
Hasta que lo hicieron.
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