Alec Murray.
Él era el indicado.
Desde el primer momento en que lo vi, lo supe.
Nunca había estado más segura de algo en mis dieciséis años en esta tierra.
Pero Alec no se fijó en mí. Al menos no de la manera que yo quería.
En cambio, se fijó en mi mejor amiga.
Me quedé mirando cómo florecía su relación.
Una extraña mirando hacia adentro, deseando que las cosas fueran diferentes.
Dividida entre mi lealtad a mi mejor amiga y el chico que, sin saberlo, me había robado el corazón.
Agobiada por sentimientos que nunca podría expresar en voz alta, los escribí todos.
Cada pensamiento. Cada sentimiento.
Lo volqué todo en una carta.
Una carta que él nunca debió leer.
Sólo que eso es exactamente lo que hizo.
La leyó.
Cada palabra.
Pero para entonces era demasiado tarde.
Incluso si ya no estaba saliendo con mi mejor amiga.
Incluso si yo estaba más enamorada de él que nunca.
Él se iba.
Yo me iba.
Y no había nada que ninguno de nosotros pudiera hacer para cambiarlo.
Alec Murray era mi casi cuento de hadas.
El final feliz que juré que nunca tendría.
Pero nuestra historia está lejos de terminar...
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