Durante años, he soñado con lo que podía depararme la vida universitaria y, aunque algunas cosas cambiaban, siempre había una constante.
No importaba lo salvaje que dejara volar mi imaginación, al final siempre me llevaba al mismo sitio.
Me llevaba a él.
Mi futuro estaba claro, y él lo era.
Hasta que de repente... ya no estaba.
Ahora soy una cáscara de lo que era, en un camino demasiado borroso para seguir, y no veo salida.
No hay manera de subir.
Dicen que los primeros amores duran para siempre.
Eso es exactamente lo que temo.
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