Desde el accidente de auto que tomó la vida de su padre hace tres años, la vida de Emma ha sido una extraña (e interminable) lección de cautela. Sobrevivir a “accidentes” ha tomado prioridad sobre sobre ser una chica normal de diecisiete, así que Emma pasa sus días tomando fotos de la vida en vez de vivirla. Enamorarse de un chico nunca fue parte del plan. ¿Enamorarse de un cosechador, quien hace que le duela el pecho y la cabeza le dé vueltas? No es una opción.
No es fácil estar muerto, especialmente para un cosechador enamorado de una chica que el destino ha puesto en su lista no una, sino dos veces. Los cosechadores compañeros de Finn se la pasan molestándolo por pasar tiempo con Emma, pero Finn no pudo dejarla morir antes, y no está dispuesto a dejarla morir ahora. Protegerá a la chica que ama del mal que él accidentalmente desencadenó, incluso si eso significa sacrificar lo único que le queda…su alma.
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