Sí, soy un padre soltero que necesita una niñera para el verano.
Pero, ¿contratar a la novia fugitiva desamparada que aparece en mi puerta con un vestido de novia sin referencias, sin habilidades y sin experiencia?
Nadie está tan desesperado.
Pero en menos de veinticuatro horas, Veronica Sutton, una chica con mala suerte, se las arregla para convencer a mis hijos, a mi familia y a la mitad de la población de Cherry Tree Harbor de que es perfecta para el trabajo.
Y para mí.
No es que no pueda ver su atractivo: ¿esos ojazos azules? ¿Las piernas interminables? ¿Esa boca hecha para los problemas? Pero ya tengo bastante con criar a mis dos hijos y mantener vivo el negocio familiar. No tengo tiempo ni ganas de enamorarme de una chica de ciudad.
Así que debería haberme guardado las manos.
Tenerla en mis brazos fue un gran error. ¿Peor aún? Pasar la noche juntos. Ella enciende en mí un fuego posesivo que me cuesta apagar.
¿Pero lo más imperdonable? Apegarme al sonido de su risa, al aroma de su piel y a la forma en que su cuerpo envuelve el mío en la oscuridad.
Al final del verano, se habrá ido.
Y si no tengo cuidado, podría escaparse con mi corazón.
Todo lo que quería era un descanso: dos semanas sin ser Pixie Hart, la sensación de la música country, y catorce días de paz, intimidad y soledad como la simple Kelly Jo Sullivan.
Pero gracias a unos paparazzi demasiado entusiastas, mi familia se niega a dejarme ir sola a ninguna parte, y estoy atrapada compartiendo esta pequeña cabaña con un extraño alto, moreno y barbudo.
¿Y adivina qué? Sólo hay una cama.
Bueno, él puede dormir en el sofá.
Puede que Xander Buckley esté más bueno que un quemador robado, y entiendo que sea un ex SEAL de la Marina y todo eso, pero ese hombre da un nuevo significado a las palabras macho alfa autoritario, sobreprotector y mandón. Ni siquiera puedo publicar una foto en las redes sociales sin que me advierta de que no es seguro, o salir a correr por la mañana sin que me siga.
Pero ha dejado claro que lo que él dice se hace, y si no me gusta, puedo despedirme de mis vacaciones.
En lugar de eso, acabo besándolo.
Ni siquiera sé cómo sucedió: en un momento estábamos peleados y al siguiente, a merced del otro. Lo más sorprendente es lo bien que estamos juntos. Él entiende mi necesidad de libertad y yo entiendo la suya de control.
Pero la confianza emocional no es fácil para mí. Y estamos en dos caminos completamente diferentes.
Sin duda, pondría mi vida en sus manos.
Pero no me pidas que le entregue mi corazón.
¿Enamorarme de mi enemigo? Imposible.
¿Casarme con él para salvar la estación de esquí de mi familia?
Esa es otra historia...
Casarme es la única forma de heredar Snowberry Lodge, y haré lo que sea para evitar que destruyan la casa de mi infancia, incluso llevar el anillo de Devlin Buckley en el dedo.
No es que vaya a disfrutarlo.
Claro que es encantador y guapo, y la noche-sin-apellidos que compartimos terminó con una explosión fantástica (vi estrellas que no había visto en seis meses, ya me entiendes).
Pero nunca confié en él: trabajaba para la empresa que intentaba arrasar mi vida.
Hasta el día en que llamó a mi puerta con una oferta que no podía rechazar.
Casarme con él y me ayudará a restaurar el ruinoso complejo turístico de mi familia y a vengarme de su ex jefe. Una vez alcanzados nuestros objetivos, cada uno seguirá su camino.
Es temporal. Estrictamente de negocios. Puramente para aparentar.
Hasta que me doy cuenta de lo mucho que me gusta cuando dice "mi esposa".
Una vez que compartimos apellido y cama, nuestra pareja ficticia empieza a parecer demasiado real.
Y si no tengo cuidado, podría perderlo todo... mi casa, mis sueños y mi corazón.
Sólo en las películas el rompecorazones de Hollywood se enamora de la camarera de un pequeño pueblo.
Así que cuando Dashiel Buckley vuelve a Cherry Tree Harbor para una boda, estoy decidida a no dejar que mi enorme enamoramiento del hermano mayor de mi mejor amiga se apodere de mi sentido común.
(Ya me pasó una vez. No lo recomiendo).
Pero cuando me lastimo la mano, es Dash quien interviene en la cafetería. En cuanto se da cuenta de que no puedo permitirme arreglar mi auto, se encarga de ello. Y cuando se entera de cómo me trató mi ex tóxico, se niega a dejarlo pasar.
Ahora no son solo sus ojos azules y su sonrisa sexy los que me tienen embelesada, es la forma en que quiere ayudarme. Animarme. Protegerme.
No puedo resistirme.
Nuestros mensajes de texto se calientan. Nuestras llamadas telefónicas derriten todas mis defensas. "Sólo amigos" se convierte en "sólo una vez", y "sólo una vez" en un recuerdo lejano. Noche tras noche, calienta mi cama, mi cuerpo y mi corazón.
Pero no puede durar.
Nuestros sueños nos llevan por caminos diferentes: Dash quiere las luces, la cámara y la acción de Hollywood, y yo siempre seré una chica de pueblo.
Ojalá pudiera ser suya.
En mi defensa, pensé que el avión iba a estrellarse.
De lo contrario, nunca habría soltado esas cosas embarazosas a un completo desconocido.
¿Mencioné que resultó ser una superestrella del hockey profesional increíblemente ardiente?
Pero espera, hay más.
Cuando el avión aterriza de manera segura, salgo corriendo, rezando para no tener que enfrentarme a él de nuevo. Mi suerte dura menos de veinticuatro horas, cuando me doy cuenta de que es uno de los padrinos en la boda a la que estoy asistiendo.
Terminamos tomando una copa y riéndonos de mis confesiones en pánico, y cuando me invita a su habitación para un poco de diversión sin ataduras, digo que sí. Después de todo, una aventura de una noche con un tipo que sabe cómo meter el disco en lo profundo no es algo que una ratona de biblioteca como yo pensó que experimentaría.
Tampoco lo son esas dos pequeñas líneas rosas.
Ahora lo que se está estrellando son todos los planes que Joe Lupo y yo teníamos para nuestras vidas, por separado.
Después de todo, somos totalmente incompatibles. Él tiene miedo al compromiso y está completamente enfocado en su carrera. Y yo quiero echar raíces en mi pequeño pueblo, con alguien que me elija.
¿Amor? Está fuera de cuestión.
Hasta que Joe Lupo alinea su tiro y apunta directo a mi corazón.
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