Millicent Watts-Cohen tiene una misión. Cuando le prometió a su mejor amiga anciana que la reuniría con la mujer de la que se enamoró hace casi ochenta años, nunca imaginó que eso significaría viajar desde D.C. hasta Key West con tres cucharadas de los restos de la Sra. Nash en su mochila. Pero Millie está decidida a darle a su amiga un simbólico "felices para siempre" antes de que sea (realmente) demasiado tarde y, de paso, reafirmarse a sí misma en el poder duradero del amor.
Pero no esperaba tener un compañero de viaje vivo.
Después de que un fallo informático interrumpa los vuelos, Millie se ve obligada a viajar con Hollis Hollenbeck, un conocido del programa de maestría de su ex. Hollis no cree en la felicidad para siempre, ni simbólica ni de ningún otro tipo, y deja muy claro que no concibe que el plan de Millie acabe bien para nadie.
Pero a medida que se enfrentan a peculiares casas de huéspedes, inusuales festivales pueblerinos y ciervos con ganas de morir, Millie empieza a sospechar que su reacio compañero de viaje podría disfrutar de su compañía más de lo que parece. Y es que, para ser alguien que supuestamente no comparte su visión del romance, Hollis está cada vez más interesado en el éxito de su viaje. Y cuanto más se acercan a su destino, más tiene que admitir Millie que, después de todo, puede que este viaje no trate sólo de la historia de amor de la señora Nash, sino también de la suya propia.
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