Vinieron a la tierra: Peste, Guerra, Hambre, Muerte; cuatro jinetes montados en sus corceles que gritaban, corriendo hacia los rincones del mundo. Cuatro jinetes con el poder de destruir a toda la humanidad. Vinieron a la tierra y vinieron a acabar con todos nosotros.
Cuando Peste llega a la ciudad de Sara Burn, una cosa está clara: todos los que conoce y ama están marcados para la muerte. A menos que, por supuesto, el jinete de aspecto angelical sea detenido, que es exactamente lo que Sara tiene en mente cuando dispara a la bestia impía derribándolo de su corcel.
Lástima que nadie le dijo que no se puede matar a Peste.
Ahora el jinete, muy vivo y cabreado, la ha tomado prisionera, y está ansioso por hacerla sufrir. Sólo que, mientras más tiempo pasa con él, más incertidumbre tiene sobre sus verdaderos sentimientos hacia ella... y los de ella hacia él.
Y ahora, bueno, Sara todavía podría salvar el mundo, pero para hacerlo, tendrá que sacrificar su corazón en el proceso.
Vinieron a la tierra: Peste, Guerra, Hambre, Muerte; cuatro jinetes montados en sus corceles que gritaban, corriendo hacia los rincones del mundo.
Cuatro jinetes con el poder de destruir a toda la humanidad. Vinieron a la tierra y vinieron a acabar con todos nosotros.
El día que cae Jerusalén, Miriam Elmahdy sabe que su vida ha terminado.
Las casas se están quemando, las calles están rojas de sangre y un ejército traidor está matando a todos los residentes. No hay forma de sobrevivir a esto, especialmente no una vez que Miriam llama la atención de Guerra.
Pero cuando el enorme y aterrador jinete acorrala a Miriam, la llama su esposa, y en lugar de matarla, la lleva de regreso a su campamento.
Ahora Miriam se enfrenta a un futuro aterrador, en el que observa cómo su mundo se quema pueblo por pueblo, y el único responsable de todo esto es su "marido", aparentemente indestructible.
Pero hay otro lado en él, uno que es amable, cariñoso y decidido a ganársela, y puede que ella no sea lo suficientemente fuerte como para resistirse.
Sin embargo, si hay algo que Miriam ha aprendido, es que el amor y la guerra no pueden coexistir.
Y así, ella debe tomar la decisión definitiva: rendirse a Guerra y ver caer a la humanidad, o sacrificarlo todo y detenerlo.
Ana da Silva siempre asumió que moriría joven, pero nunca esperó que fuera a manos de Famine, el inmortal inquietante que una vez le perdonó la vida hace tantos años. Pero si el jinete la recuerda en absoluto, no debe importarle, porque cuando se encuentra cara a cara con él por segunda vez en su vida, la apuñalan y la dan por muerta.
Solo que ella no muere del todo.
Si hay algo en lo que Famine es bueno, es en la crueldad. Y cómo se lo merecen estos malditos bastardos. Por más que lo intente, no puede olvidar lo que una vez le hicieron. Pero cuando Ana, un fantasma de su pasado, lo acorrala y le promete dolor por lo que le hizo tan recientemente, ella y sus amenazas vacías lo cautivan, y decide mantenerla cerca.
A pesar de sí mismos, Ana y Famine se sienten atraídos el uno por el otro. Pero al final del día, los dos son enemigos. Nada cambia eso. Ni un acto amable, ni dos. Y definitivamente no unas cuantas noches calientes. Pero enemigos o amantes renuentes, si no se detienen pronto, el cielo lo hará.
Se le conoce por muchos nombres: Tánatos. Jinete. El último ángel de Dios. Y luego, por supuesto, está el que me es muy familiar... La Muerte.
El día en que la Muerte llega al pueblo de Lázaro Gaumond y mata a todo el mundo de un plumazo, lo último que espera ver es a una mujer que queda viva y en pie. Pero Lázaro tiene su propio y extraordinario don: no puede ser asesinada, ni por los humanos, ni por los elementos, ni por la propia Muerte.
Ella es la única alma que la Muerte no reconoce.
La única alma que no puede liberar de su carne.
Tampoco puede ignorar el inquietante deseo que siente por ella. Tomarla. Quiere hacerlo, desesperadamente. Y cuanto más trata ella de impedirle su matanza, más fuerte se hace el deseo.
Cuando Lázaro se cruza con los otros tres jinetes, una situación impensable conduce a un terrible trato: seducir a la Muerte, salvar el mundo. Una tarea inútil, agravada por el malestar entre ella y Tánatos. Pero la atracción de la Muerte hacia ella es innegable, y por mucho que lo intente, Lázaro no puede alejarse de ese antiguo y hermoso ser y de su oscuro abrazo.
El fin ha llegado.
La humanidad está a punto de perecer, y ni siquiera los jinetes pueden impedir que la Muerte cumpla su última tarea. Sólo Lázaro puede hacerlo.
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